“Vengan, sueñen conmigo”
Vayamos, soñemos con Scorsese.
En esta ocasión voy a cambiar un poco el esquema de la
crítica y voy a obviar cualquier sinopsis o algún resumen del argumento. ¿Por
qué? Porque esta película, entre otras muchas cualidades de las que hace gala,
tiene una gran capacidad para sorprender al espectador minuto tras minuto.
Recomendaría el visionado de la propia sin una investigación previa de la
trama. Id sin miedo y experimentad lo que nos propone el gran maestro Scorsese,
porque además ninguno de los argumentos que circulan por la red incluye la
esencia fundamental del filme.
De este modo, voy a comenzar inmediatamente a comentar mi
opinión de esta espléndida obra del séptimo arte con una breve reseña del cineasta responsable de ella.
Martin Scorsese es un nombre que nadie desconoce o ignora en
la industria cinematográfica, y esto no es por capricho. Suyas son obras
maestras tan eternas “El cabo del miedo”, “Toro salvaje”, “Uno de los nuestros”
o “Casino”. Su buena relación con De Niro y sus múltiples colaboraciones
siempre han obtenido resultados insuperables, como demostraron en “Taxi driver”.
También es conocida su labor polifacética en todo el mundillo audiovisual,
aportando su granito de arena a sectores como la televisión, con series, documentales
(como en la reciente “Boardwalk Empire”) e incluso publicidad (¿recordáis aquel
anuncio de Freixenet?). Algunos menos sabrán que él también dirigió al mito
Michael Jackson en su videoclip “Bad”. Y cualquier cinéfilo estaría de acuerdo
en que su único y solitario Oscar (Mejor Director por “Infiltrados”), con tal
sólida carrera a sus espaldas, sabe a poco.
Scorsese es uno de los grandes en el panorama actual del
cine, un genio. Ha tenido muy mala suerte en cuanto a premios y proyectos, pero nadie
niega su maestría ni su pasión por el arte.
En “La invención de Hugo” o “Hugo”, Scorsese nos vuelve a
regalar una oda, un homenaje a la práctica que se esconde tímidamente bajo el peso
de la industria y el dinero. Su agradecimiento y amor al cine ya se ha hecho
patente en sus diversos documentales o tributos, y “Hugo” se suma a esa
creciente lista de éxitos. Esta adaptación de la novela “La invención de Hugo
Cabret” hará las delicias de cualquier amante del celuloide, por algo que
contaré más adelante.
Nunca me cansaré de repetir que desde hace ya unos años Hollywood
no para de bombardearnos con remakes, versiones o adaptaciones de obras
literarias que no hacen sino ensuciar, en muchas ocasiones, el prestigio del
cine americano. No obstante, cuando un filme de guion adaptado está bien hecho,
considero que debe ser tratado en igualdad de condiciones a cualquier otro que
parta de una historia original. El cine no es fácil, señores, e incluso a veces
basarse en un material ya existente y conocido por el público no hace sino
complicar más la labor. La originalidad se debe premiar, pero no debe menospreciarse
el hecho de multiplicar las dimensiones de una obra literaria DECENTEMENTE
(absténganse “Crepúsculos” y sucedáneos).
Aunque no he leído la novela, confío en que el trabajo de
John Logan (autor del de “El aviador”) no deja nada que desear y eso se
aprecia en el ritmo, el desarrollo y la variedad de género tan acertada de la trama.
Como he comentado al principio, “Hugo” tiene facilidad para
resultar sorprendente. Después de meditarlo, creo que se debe al constante
ambiente de incertidumbre, de misterio y aventura que invade al espectador
desde los primeros minutos de película. La decoración, los escenarios, la
iluminación, los efectos… Todos los apartados técnicos, destacando la dirección
artística, contribuyen a la creación de ese aura de magia e ilusionismo (no son
una tontería los cinco Oscars que obtuvo en la pasada ceremonia), a parte de la
historia original.
Pero no os equivoquéis. Aunque Hugo esté dirigido hacia un
público más infantil, esté protagonizado por niños y el argumento sugiera la
presencia de magia, recordad quién está a cargo de toda esta producción (casi
me caigo de culo al leer en los títulos de crédito que Johnny Depp también ha
metido mano en el proyecto). No vais a encontrar restos Potterianos ni semejanzas
a ninguna cinta juvenil actual y de hecho, mientras lo estoy escribiendo, yo
misma me estoy dando cuenta del gran mérito que supone esto.
Scorsese y su experiencia han fabricado una película de las
que te arrastran con ellas. En ningún momento te llega aburrir, se hace pesada
o lenta. Te sumerges en la historia y te dejas llevar a lo largo de toda su
duración siempre expectante, alerta, como esperando un milagro o un truco de
magia. Por momentos, llegas incluso a creer que el autómata pueda llegar a
cobrar vida (realmente, aunque se trate de un ser inerte, tiene muchísima vida
y presencia en el film, hasta en algunos momentos parece que se emocione y
sienta como un ser humano).
París siempre enamora, pero si nos trasladamos a los años
treinta estamos perdidos (que se lo digan a “The Artist”, ambientada también en
aquella época). Una estación de tren, un par de calles, un cine y una casa, nada
más. Y sin embargo, el público nos sentimos como si estuviéramos frente al
escenario de un fantástico cuento de hadas. Pero en este punto he de recalcar
un fallito de post-producción…: Los efectos especiales de los que hacen uso
para recrear ese París del siglo pasado, chirrían y bastante. No obstante,
considero que sigue mereciéndose ese pequeño Oscar a los mejores efectos por la
parte de recreación de las películas antiguas, los mecanismos o el autómata
(aunque bueno, rivalizaba con la última de Harry Potter… no sé yo…).
Ahora lo importante, lo que todos estáis deseando averiguar:
¿Por qué es tan sorprendente “Hugo”? ¿Por qué se la trata de homenaje al cinematógrafo?
¿Por qué tantas nominaciones y premios?
“La invención de Hugo” nos presenta una situación que nada
tendrá que ver con el desenlace. Es más, en el inicio del film uno ni se huele lo
que va a estar a punto de visionar en la gran pantalla. Empezamos en el mundo
de los relojes, los robots, de los juguetes, las llaves, de los libros… Y de
repente nos encontramos sentados frente a una pantalla en la que se proyecta
otra pantalla de cine. Y, sin esperárnoslo, nos suenan y conocemos esas
imágenes dentro de la pantalla de cine que dibuja nuestro proyector.
Si estás leyendo esto y prefieres esperar a ver la película
para degustar su arte puro, sin precedentes ni prejuicios, te aconsejo que no
continúes.
Aunque a primera vista “La invención de Hugo” nos dé la
sensación de querer contarnos las vivencias de un chiquillo huérfano que vive
en una estación de tren, relojero, hasta el rencuentro espiritual con su padre
fallecido a través de un robot roto, nos asombra ocultando bajo esas subtramas
superficiales un gran secreto: Scorsese nos está relatando la vida y obra de
George Méliès. Porque ese personaje, escondido detrás del nombre de papá George
en el filme, existió de verdad y se alzó como uno de los pioneros en el arte del celuloide y los efectos especiales. Toda la película, no solo la interpretación de
Ben Kingsley, está rebosante del espíritu y la creación de Méliès, que tanto
bebió del surrealismo y las novelas de Julio Verne.
Pero Scorsese va más allá… Y además, con la propia película,
nos transmite todas las influencias, locuras y maravillas del cineasta francés.
Nos recuerda por qué amamos el cine, nos invita a soñar y no solo por las
palabras que se citan del guion, sino porque el mismo Martin Scorsese pone en práctica
la principal moraleja de su cinta.
“Vengan, sueñen conmigo” recita Méliès en los últimos
minutos del metraje.
¡Vayamos, soñemos con Scorsese!
A parte de la importancia de soñar y la ilusión, la cinta
también nos enseña a no perder la fe y a arriesgarnos, a no darnos por vencidos
ni por el mismísimo dominio del tiempo, nos instiga a desear dar con nuestros
propósitos en la vida y poner todo nuestro empeño en realizarlos.
Sinceramente, para los que amamos el cine estas pequeñas
joyas del celuloide como “Hugo” o “The Artist” nos resultan experiencias muy
estimulantes y nos llenan de ilusión. Tiene narices que las mejores películas
de este año sean claras referencias a los inicios del cinematógrafo… Y eso me
hace pensar. Aunque el cine haya evolucionado, quizá los cineastas de hoy día
deberían aprender del nacimiento de la propia industria de la que forman parte.
O, mejor dicho, de las maravillas que se creaban en la edad de oro del séptimo
arte, capaces de entretener, ilusionar, embaucar, emocionar y enamorar a su
público poniendo énfasis en los factores que realmente importan a la hora de
filmar una película. A lo mejor así tendríamos una cartelera de mayor calidad y
entrega, sin tener porqué sentarnos frente a un dramón o cinta profundísima-filosófica-inentendible
para ver algo realmente bueno en todas sus dimensiones.
Scorsese, por su parte, está más que claro que resucita toda
esa esencia del arte en el cine, sobre todo en “La invención de Hugo”: la
maquinaria de los sueños. Y en esta, como en las verdaderas obras de arte, cada
engranaje dispone de una precisión perfecta y cuidada para transportar al
espectador a cualquier otro mundo. Gran montaje, gran fotografía… Son tantas
cosas a tener en cuenta…
Solo tengo un último “pero”. Los personajes me parecen
demasiado planos a veces, el del niño protagonista principalmente.
En cuanto a la interpretación de los actores… Ben Kingsley también es otro grande en esta industria. Qué decir de él. A los niños, Asa
Butterfield y Chloe Moretz, les pasa como a casi todos los de su quinta en este
mundillo… La falta de experiencia les provoca una inevitable sobreactuación
puntual, pero al final del metraje se han hecho un huequito en tu corazón.
Sacha Baron Cohen sigue demostrando su vena cómica y su carácter polifacético (además
su personaje me huele mucho a un guiño a Chaplin… a mí este tío me cae muy
bien). Y las apariciones fugaces de Christopher Lee y Jude Law son muy memorables
(sobre todo la del primero, que en tan pocos minutos de aparición se luce como nadie).
Recomiendo encarecidamente esta película a todo cinéfilo.
Hacedme el puñetero favor. Sabed que no es una película solo para niños o
jóvenes, así que también se la recomiendo a mis colegas, a mis amigos, al vecino de
enfrente… ¡A todos!
Más adelante haré un reportaje sobre George Méliès, ya que
quizá debería haber hablado más de él… Pero no quiero abusar del espacio y quería enfocar la atención en esta joyita del cine actual. Grande Scorsese.
CALIFICACIÓN: 9’5