¡Feliz Navidad a todos!
Creo que no existe mejor manera de comenzar la etapa de publicaciones navideñas en mi blog que escribiendo la crítica de "Los Miserables". ¡Allá vamos!
Después del visionado de esta desmesurada película que llevaba tanto tiempo esperando (mucho antes de que se dieran los primeros indicios de que alguien tenía la humilde intención de atreverse con una adaptación), os puedo asegurar que estamos ante una de las mejores producciones cinematográficas del año que, sin duda alguna, verá recompensado su mérito en la próxima edición de los Premios de la Academia.
Por si alguien aún anda un poco despistado con el argumento, aquí podéis leer la sinopsis oficial:
El expresidiario Jean Valjean (Hugh Jackman) es perseguido durante décadas por el despiadado policía Javert (Russell Crowe). Cuando Valjean accede a cuidar a Cosette, la pequeña hija de Fantine (Anne Hathaway), sus vidas cambiarán para siempre. Adaptación cinematográfica del famoso musical 'Les miserables', a su vez basado en la novela homónima de Victor Hugo, y completamente cantada.
Para poneos un poco en situación, las primeras críticas del filme han resultado exageradamente dispares. También es cierto que la mayoría aciertan en varios puntos compartidos, como la notable escasa experiencia en la industria del director, Tom Hooper, que ya se hizo con un temprano Oscar por "El discurso del rey". Pero al margen de esa cuestión, que ya trataré más adelante, yo llegué a la tajante conclusión de que cuando una película recibe puntuaciones tan disparatadas como opuestas, uno no puede dejarse llevar por las opiniones de los "entendidos". Sencillamente, porque es en estas ocasiones cuando la expresión "para gustos los colores" cobra el sentido más explícito y (demasiado) evidente. Y esto es así.
Antes de entrar en la sala de cine, cabe tener en cuenta varios asuntos. Os lo aviso porque, francamente, me parece que muchos críticos han pecado de excesiva arrogancia (o quizá ignorancia) al reprobar algunas herencias del musical en el que se basa la película, o incluso de la novela de Victor Hugo.
Estamos acostumbrados a entender el musical actual como, por decirlo rápido y sencillo, una cinta Disney de la antigua escuela, es decir, una película (u obra de teatro) con algunas intervenciones musicales que muchas veces poco tienen que aportar a la historia en cuanto a su desarrollo, pero que ayudan a reforzar el ambiente y la psicología de los personajes. Sin embargo, el musical al que nos enfrentamos en esta ocasión atiende más a las características de una obra anterior a la etapa de los noventa (una década mucho más híbrida y desenfadada), como "El fantasma de la ópera" o "Cats". Esto significa que con "Los Miserables" bien podríamos hablar de una ópera, pues carece prácticamente de líneas recitadas a modo de diálogo o discurso corriente: la música conduce la historia, las canciones forman el 95% del libreto, cubriendo las acciones y las tribulaciones de todos los personajes.
Por tanto, me resulta incomprensible que muchos individuos critiquen esta fidelidad a la obra, tachando este género (musical hasta la médula) de anti-cinematográfico. Sinceramente, si buscaban una adaptación libre o algo más cercano a la novela romántica, ya existía esa prescindible adaptación de 1998 dirigida por Bill August. A mí, otro enfoque me habría decepcionado. Resumiendo: o te encanta o no lo tragas, independientemente de su calidad (aunque esta pueda ayudarte a soportarlo más o menos).
Otro sermón con el que no estoy en absoluto de acuerdo, es la eterna excusa de la duración. Es verdad, la película se acerca a las más de dos horas y media de metraje, colmadas de una historia intensa y ciertamente pausada. No obstante, no creo que haya que culpar a la narrativa o al ritmo del filme de este punto, porque con el musical ocurre exactamente lo mismo, a pesar del diferente formato. Es una obra que en ocasiones se antoja pesada y difícil (que se lo digan a la novela de mil quinientas y pico páginas de Víctor Hugo), sobre todo con un público de efímera capacidad de atención que está habituado a realizar el menor ejercicio de esfuerzo en el cine. Esto no es una crítica al espectador, cada uno afronta el arte como la apetece, pero os debería servir como apunte.
Ahora sí, en comparación con la obra musical, esta adaptación brilla más por su ostentación que por su regularidad. Culpemos en esta ocasión la labor del director, que se desenvuelve con cierta torpeza e inexperiencia. Nos topamos con una estética y una narrativa más propia de Baz Luhrmann (que bebe influencias de "Moulin Rouge" y que irremediablemente se enfrenta a sus mismas críticas), que a fin de atender a la envergadura de la producción, restan seriedad y comodidad al espectador con planos gran angulares que distorsionan la imagen sin ningún fundamento o justificación. Los efectos especiales rebosan y saturan, con una brillante ambientación que no es digna de ellos.
Por otra parte, aplaudo la entereza de Hooper para permitirse licencias las justas (demostrando un respeto casi religioso al libreto, que se agradece; solo participa incluyendo varios aspectos de la novela original y añadiendo un nuevo tema, "Suddenly") y también a la hora de resolver ciertos problemas narrativos que en el musical se simplifican en un único escenario. Por ejemplo, me parece muy certera la elección de esos desgarradores primeros planos en los que los personajes casi se atreven a mirar a los ojos de sus espectadores (hay que recordar que el cine soluciona el dilema de la distancia del teatro), pero parece que este recurso está empleado casi aleatoriamente, como tantos otros a lo largo del filme.
A partir del segundo acto (tras ese éxtasis llamado "One day more", realmente imponente), la obra decae, para finalmente regresar con un desenlace apoteósico como pocos los hay. Por mucho que lo hubiera intentado, creo que ningún director habría sido capaz de remediar este fallo del musical sin haberle aportado algún giro argumental o sin obviar todo el tema de las barricadas.
El plato fuerte y característico de esta película, que en mi opinión compensa la mayoría de los fallos en dirección, es el impresionante reparto del que dispone. Muchos ignoraban el hecho de que Hugh Jackman, que encarna al legendario protagonista Jean Valjean, se formó como actor en Broadway mucho antes de saltar a la gran pantalla con Lobezno. Todos esos que desconocían esta faceta del actor, se encontrarán ante una auténtica revelación de talento y brillantez absoluta. Está increíble y con su voz hace justicia a uno de los papeles más complicados pero deseados de la historia de los musicales. En todas sus apariciones, hace que la película se rinda a sus pies.
La otra sorpresa es Anne Hathaway, cuyo talento musical ya conocíamos hasta cierto punto. En el breve y agónico papel de Fantine, le saca el máximo partido a su voz y deslumbra como actriz. Su solo de "I dreamed a dream" es la mejor demostración de capacidad y perfección de toda la película.
Eponine es uno de los personajes que ganan en esta adaptación respecto al musical. Samantha Barks, muy experimentada en su papel, lo borda con una comodidad envidiable y le aporta cierta carisma que muchas veces se relega a un segundo plano en el teatro. No obstante, en contrapartida, el antagonista Javert pierde mucho peso. En las representaciones de West End o Broadway, prácticamente comparte protagonismo y relevancia con Valjean. Su monólogo interior y sobre todo, su emocionante último número musical, son de lo más aplaudido del musical. En cambio, en el filme, su presencia carece de fuerza y casi de personalidad a manos de un Russell Crowe muy comedido y un poco mediocre. Su voz llega a convencer cada vez más, a medida que van avanzando la trama y las canciones. En el ámbito musical, está más que aprobado, pero en el interpretativo... Le falta el carácter arrollador del personaje.
Los dos jovencitos enamorados están bien, Amanda Seyfried explota su angelical voz al máximo en el papel de Cossette. A Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter los encuentro bastante moderados y creo que no darles más libertad interpretativa y explosiva perjudica sus números musicales, que deberían ser desternillantes y se quedan en simpáticos, casi anecdóticos.
En resumen, recomiendo esta película a todo aquel que esté dispuesto a adentrarse en aquellas difíciles décadas posteriores a la Revolución francesa, llenas de esperanza y desencanto, inquietudes y supervivencia, y que tan a cuento vienen hoy día en nuestras circunstancias. Es un drama con un fuerte contexto histórico (que hay que entender y conocer de antemano para no terminar insatisfechos en el desenlace del filme) que representa la soberanía del pueblo, la fuerza y motivación de las personas en situaciones extremas, los vínculos, las relaciones, y que tiene como máxima y enseñanza la maravillosa frase que corona la obra: "And remember, the truth that once was spoken: to love another person is to see the face of God". Con toques de humor, romance, repleta de emoción, reflexiones sobre la culpabilidad y la redención, y con maravillosas partituras, épicas, inmortales y universales.
Dejando claro que no estoy nada de acuerdo con las críticas tan negativas debido a una irregular dirección que condenan la película, creo que "Los Miserables" es muy disfrutable si te dejas llevar por los personajes y colmar por la expresiva música de la obra. A mí, fan confesa del musical, me ha entusiasmado.
CALIFICACIÓN: 8'5
Antes de entrar en la sala de cine, cabe tener en cuenta varios asuntos. Os lo aviso porque, francamente, me parece que muchos críticos han pecado de excesiva arrogancia (o quizá ignorancia) al reprobar algunas herencias del musical en el que se basa la película, o incluso de la novela de Victor Hugo.
Estamos acostumbrados a entender el musical actual como, por decirlo rápido y sencillo, una cinta Disney de la antigua escuela, es decir, una película (u obra de teatro) con algunas intervenciones musicales que muchas veces poco tienen que aportar a la historia en cuanto a su desarrollo, pero que ayudan a reforzar el ambiente y la psicología de los personajes. Sin embargo, el musical al que nos enfrentamos en esta ocasión atiende más a las características de una obra anterior a la etapa de los noventa (una década mucho más híbrida y desenfadada), como "El fantasma de la ópera" o "Cats". Esto significa que con "Los Miserables" bien podríamos hablar de una ópera, pues carece prácticamente de líneas recitadas a modo de diálogo o discurso corriente: la música conduce la historia, las canciones forman el 95% del libreto, cubriendo las acciones y las tribulaciones de todos los personajes.
Por tanto, me resulta incomprensible que muchos individuos critiquen esta fidelidad a la obra, tachando este género (musical hasta la médula) de anti-cinematográfico. Sinceramente, si buscaban una adaptación libre o algo más cercano a la novela romántica, ya existía esa prescindible adaptación de 1998 dirigida por Bill August. A mí, otro enfoque me habría decepcionado. Resumiendo: o te encanta o no lo tragas, independientemente de su calidad (aunque esta pueda ayudarte a soportarlo más o menos).
Otro sermón con el que no estoy en absoluto de acuerdo, es la eterna excusa de la duración. Es verdad, la película se acerca a las más de dos horas y media de metraje, colmadas de una historia intensa y ciertamente pausada. No obstante, no creo que haya que culpar a la narrativa o al ritmo del filme de este punto, porque con el musical ocurre exactamente lo mismo, a pesar del diferente formato. Es una obra que en ocasiones se antoja pesada y difícil (que se lo digan a la novela de mil quinientas y pico páginas de Víctor Hugo), sobre todo con un público de efímera capacidad de atención que está habituado a realizar el menor ejercicio de esfuerzo en el cine. Esto no es una crítica al espectador, cada uno afronta el arte como la apetece, pero os debería servir como apunte.
Ahora sí, en comparación con la obra musical, esta adaptación brilla más por su ostentación que por su regularidad. Culpemos en esta ocasión la labor del director, que se desenvuelve con cierta torpeza e inexperiencia. Nos topamos con una estética y una narrativa más propia de Baz Luhrmann (que bebe influencias de "Moulin Rouge" y que irremediablemente se enfrenta a sus mismas críticas), que a fin de atender a la envergadura de la producción, restan seriedad y comodidad al espectador con planos gran angulares que distorsionan la imagen sin ningún fundamento o justificación. Los efectos especiales rebosan y saturan, con una brillante ambientación que no es digna de ellos.
Por otra parte, aplaudo la entereza de Hooper para permitirse licencias las justas (demostrando un respeto casi religioso al libreto, que se agradece; solo participa incluyendo varios aspectos de la novela original y añadiendo un nuevo tema, "Suddenly") y también a la hora de resolver ciertos problemas narrativos que en el musical se simplifican en un único escenario. Por ejemplo, me parece muy certera la elección de esos desgarradores primeros planos en los que los personajes casi se atreven a mirar a los ojos de sus espectadores (hay que recordar que el cine soluciona el dilema de la distancia del teatro), pero parece que este recurso está empleado casi aleatoriamente, como tantos otros a lo largo del filme.
A partir del segundo acto (tras ese éxtasis llamado "One day more", realmente imponente), la obra decae, para finalmente regresar con un desenlace apoteósico como pocos los hay. Por mucho que lo hubiera intentado, creo que ningún director habría sido capaz de remediar este fallo del musical sin haberle aportado algún giro argumental o sin obviar todo el tema de las barricadas.
El plato fuerte y característico de esta película, que en mi opinión compensa la mayoría de los fallos en dirección, es el impresionante reparto del que dispone. Muchos ignoraban el hecho de que Hugh Jackman, que encarna al legendario protagonista Jean Valjean, se formó como actor en Broadway mucho antes de saltar a la gran pantalla con Lobezno. Todos esos que desconocían esta faceta del actor, se encontrarán ante una auténtica revelación de talento y brillantez absoluta. Está increíble y con su voz hace justicia a uno de los papeles más complicados pero deseados de la historia de los musicales. En todas sus apariciones, hace que la película se rinda a sus pies.
La otra sorpresa es Anne Hathaway, cuyo talento musical ya conocíamos hasta cierto punto. En el breve y agónico papel de Fantine, le saca el máximo partido a su voz y deslumbra como actriz. Su solo de "I dreamed a dream" es la mejor demostración de capacidad y perfección de toda la película.
Eponine es uno de los personajes que ganan en esta adaptación respecto al musical. Samantha Barks, muy experimentada en su papel, lo borda con una comodidad envidiable y le aporta cierta carisma que muchas veces se relega a un segundo plano en el teatro. No obstante, en contrapartida, el antagonista Javert pierde mucho peso. En las representaciones de West End o Broadway, prácticamente comparte protagonismo y relevancia con Valjean. Su monólogo interior y sobre todo, su emocionante último número musical, son de lo más aplaudido del musical. En cambio, en el filme, su presencia carece de fuerza y casi de personalidad a manos de un Russell Crowe muy comedido y un poco mediocre. Su voz llega a convencer cada vez más, a medida que van avanzando la trama y las canciones. En el ámbito musical, está más que aprobado, pero en el interpretativo... Le falta el carácter arrollador del personaje.
Los dos jovencitos enamorados están bien, Amanda Seyfried explota su angelical voz al máximo en el papel de Cossette. A Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter los encuentro bastante moderados y creo que no darles más libertad interpretativa y explosiva perjudica sus números musicales, que deberían ser desternillantes y se quedan en simpáticos, casi anecdóticos.
En resumen, recomiendo esta película a todo aquel que esté dispuesto a adentrarse en aquellas difíciles décadas posteriores a la Revolución francesa, llenas de esperanza y desencanto, inquietudes y supervivencia, y que tan a cuento vienen hoy día en nuestras circunstancias. Es un drama con un fuerte contexto histórico (que hay que entender y conocer de antemano para no terminar insatisfechos en el desenlace del filme) que representa la soberanía del pueblo, la fuerza y motivación de las personas en situaciones extremas, los vínculos, las relaciones, y que tiene como máxima y enseñanza la maravillosa frase que corona la obra: "And remember, the truth that once was spoken: to love another person is to see the face of God". Con toques de humor, romance, repleta de emoción, reflexiones sobre la culpabilidad y la redención, y con maravillosas partituras, épicas, inmortales y universales.
Dejando claro que no estoy nada de acuerdo con las críticas tan negativas debido a una irregular dirección que condenan la película, creo que "Los Miserables" es muy disfrutable si te dejas llevar por los personajes y colmar por la expresiva música de la obra. A mí, fan confesa del musical, me ha entusiasmado.
CALIFICACIÓN: 8'5
Gran puesta en escena y decoración y medios y también buenas canciones para que todo en 'Los Miserables' acabe sonando huero, vacío, hueco.... Una lástima. Un saludo!
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