Me ahorraré las excusas y los párrafos de presentación. Tan solo os advierto que estoy de vuelta y probablemente para quedarme.
Hoy, con un poco de retraso, os traigo mi crítica de "La vida de Pi", la última e imaginativa película de Ang Lee. Seguramente notéis cierta estima en mis palabras y como sabéis que no soy muy fan de la imparcialidad, os confieso desde el principio que el cineasta taiwanés tiene ganado todo mi respeto y fascinación. A excepción de su ópera prima y algunos filmes que la precedieron, no me he perdido ni un solo título del resto de su filmografía, hasta me atrevo a decir que algunas de sus obras están incluidas en mi exigente lista de favoritas.
Dicho esto, queda argumentada mi familiaridad con los habituales recursos y temas cinematográficos de este director. Precisamente, el tema principal de "La vida de Pi" continúa ese riguroso leitmotiv que ha empleado Lee en todas sus películas: personajes reprimidos, apresados (sean cuales sean las circunstancias, pero generalmente en el ámbito moral), que inician un viaje en búsqueda de su libertad. El mayor conflicto, además de los numerosos obstáculos que dificultan sus periplos, es que ni ellos mismos son capaces de averiguar en un principio la naturaleza de esa libertad de la que tanto están necesitados, que generalmente se revela como una realidad completamente inesperada para esos personajes.
En "La vida de Pi" se escoge ese mismo punto de partida, pero luego se abarca con una trascendencia y un misticismo abrumadores. Tiene su lógica, ya que si en las otras cintas de Ang Lee el vehículo para alcanzar la liberación era el amor o el deseo ('Brokeback mountain", "Sentido y sensibilidad", "Tigre y dragón"), esta vez el protagonista lo logrará mediante una fe ciega. No hablo de amor a Dios, porque realmente las inquietudes del personaje se alejan bastante de la devoción o el agradecimiento, pues su único deseo es encontrar respuestas, saciar su voraz curiosidad.
He aquí la sinopsis oficial:
"En “La vida de Pi” conoceremos a Pi Patel, un muchacho cuyo padre es el dueño del zoológico de la ciudad de la India en la que viven. Su familia decide marcharse a Canadá, pero una tormenta hace naufragar el barco en el que viajan. Pi consigue salvarse gracias a una barcaza en la que también hay otro “pasajero”, un tigre de Bengala al que el joven intentará domar para poder sobrevivir."
Es importante conocer varios detalles del personaje principal para entender el trasfondo de la historia.
El joven Pi, interpretado magistralmente por el inexperto Suraj Sharma, se presenta como un niño ávido de conocimientos. En su infancia, descubre las religiones, la fe y la confianza. Incapaz de decidir qué creencias adoptar, se convierte en fiel hasta de tres religiones diferentes (destacando el cristianismo, sobre todo porque será su primer contacto con la fe).
Su fe en Dios será puesta a prueba varios años después, cuando se vea repentinamente abandonado en medio del océano. Nunca la frase hecha de "alejado de la mano de Dios" cobró más sentido, porque las múltiples desventuras que superará (o no) el muchacho a bordo de una pequeña barca no le darán ni un respiro, a pesar de sus muchos rezos y súplicas.
El desarrollo del argumento es sólido pero lento. No obstante, a pesar del ritmo pausado de la sucesión de los hechos, la amenidad toma el control de una historia que, por otra parte, muchas veces resulta fatigosa por el elevado nivel de tensión. El amenazante tigre de bengala que acompaña, o mejor dicho, infierna al protagonista, será el provocador de la evolución de Pi. Sin embargo, el espectador disfrutará de varios descansos emocionales, ya que la visualización del viaje del hindú surge de la narración del propio protagonista, ya adulto, a un escritor interesado en su singular experiencia. Por tanto, podemos asegurar que esta película es una de aquellas en las que, ya desde el comienzo, tenemos constancia del final. Este hecho resulta tremendamente importante para la resolución y moraleja final de la conversación entre Pi y el escritor, pues hace evidente que lo importante no es alcanzar una meta (una explicación), sino el viaje y su significado.
En el aspecto visual, "La vida de Pi" es sencillamente exquisita. Su gran peso imaginativo se ve perfectamente plasmado en las oníricas ambientaciones que se irán sucediendo en escena. La inmensidad del mar se transforma camaleónica y brillante, acompañando o contrariando constantemente el ánimo de Pi. Hay secuencias tan deliciosas como abstractas, como la aparición de un banco de medusas fluorescentes, la puesta de sol en el agua, la increíble isla de los suricata... Siempre respaldando la fuerza visual y sobrecogedora de la naturaleza, omnipresente como Dios. Realmente, el infinito y agobiante mar, impone un respeto casi religioso al espectador.
Tampoco se me olvida la impresionante labor de los efectos especiales (que, en verdad, no sé a cuenta de quién corren en esta ocasión, pero que se lucen maravillosamente gracias a la herramienta del 3D) y la magnífica recreación del tigre. Solo trece especialistas en efectos centraron su trabajo en la digitalización del realista pelaje del animal. Una labor sensacional.
A fin de no revelar ningún giro argumental y en resumen, solo podré añadir que "La vida de Pi" es una fantástica fábula sobre la fe. Si bien, ya en los primeros minutos un Pi adulto nos desafía, asegurando al escritor (que representa al espectador) que su historia le hará tener fe y creer en Dios, no será un extenso sermón sobre la condición divina lo que nos convenza, sino la propia condición humana y la capacidad de elección de la persona. También, es una divertida y entretenida aventura de supervivencia, resistencia y perseverancia, pero quién se quede en eso se perderá la esencia del filme.
Recomendada a cualquier aventurero que le apetezca emprender un viaje reflexivo durante dos horas a través del océano más profundo, los límites de la humanidad, la religión, la fuerza de la naturaleza y la imaginación de Ang Lee, siempre acompañado de un tigre de bengala, que no resulta ser sino la más pura animalización nuestros propios demonios (miedo, arrepentimiento, desesperanza...). Os hará creer, puede que no estrictamente en un Dios, pero sí en la alternativa trascendental de la realidad.
Dicho todo esto, solo me queda preguntar...
Y tú, ¿qué historia prefieres?
CALIFICACIÓN: 8
"Os hará creer, puede que no estrictamente en un Dios, pero sí en la alternativa trascendental de la realidad."
ResponderEliminarMe quedo con esta frase... ;)
Toda la película toma un rumbo totalmente opuesto al final, Ang Lee crea otra película en tan sólo 5 minutos, y puede que sea la parte con más fuerza de todo el film, estructurado para ese momento.
Gran crítica, ¡si señorita!