Puesto que ahora mismo me estoy preparando el examen de Doctrina social de la Iglesia (sin comentarios), me han venido a la memoria algunas escenas de esa maravillosa ópera rock que es "Jesucristo Superstar".
Siempre ha sido uno de mis musicales favoritos, por la fuerza de sus canciones (todas son temazos, hay que reconocérselo al genio de Andrew Lloyd Webber), por el enfoque tan terrenal y actual que se ofrece (y se agradece) de los últimos días de Jesús, y sobre todo por el espectacular montaje, los escenarios de la auténtica Jerusalem y los grandes intérpretes que bordan sus papeles en la película. Además, ese rollo hippie tan duramente criticado a lo largo de los años y que recuerda inevitablemente a "Hair"... Es irresistible, como la voz de Judas.
En concreto, me apetecía enseñaros el que para mí es el momento más sobrecogedor y emocionante de toda la película: Jesús rezando en el jardín de Getsemaní. Ted Neely interpreta a ese Mesías de "mirada extraña" y templanza sobrenatural, que se rompe al descubrir su fatídico final, confesando sus miedos, sus dudas y su absoluta humanidad. En mi opinión, este es el Jesús más realista, creíble y auténtico: un hombre de paz y sabiduría que al verse traicionado por el destino y su mejor amigo, implora en soledad a su padre por la salvación, perdiendo su voluntad y entereza divina.
Aparte de la asombrosa actuación de Neely, la canción se presta a una atenta escucha. Agudos desgarradores y altísimos imposibles de alcanzar, una instrumental cargada de pasión, la potencia de la voz del cantante... Todos esos pequeños elementos musicales que convierten este tema en el más difícil, elogiable y solemne de todo el musical.
Atentos a las duras imágenes de los cuadros de Cristo... Y al final, crudo instante de resignación y la aceptación de su propia e inminente muerte.
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