No he podido resistirme. He caído en la tentación. Resultado: os traigo, más o menos en primicia, mi crítica de la nueva película de Tarantino, "Django unchained".
Estrenada hace un mes en los cines estadounidenses, ya se han podido escuchar y leer las primeras reacciones del complicado público americano. Las ovaciones y aplausos fueron generales, para mi completo asombro.
Primero es necesario que leáis la sinopsis:
Dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana (1861-1865), King Schultz (Christophe Waltz), un cazarrecompensas alemán que le sigue la pista a unos asesinos, le promete al esclavo de color Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Terminado con éxito el trabajo, Django prefiere seguir al lado del alemán y ayudarle a capturar a los delincuentes más buscados del Sur. Se convierte así en un experto cazador de recompensas, pero su único objetivo es rescatar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), a la que perdió por culpa del tráfico de esclavos. La búsqueda llevará a Django y a Schultz hasta Calvin Candie (Leonardo DiCaprio), el malvado propietario de la plantación "Candyland".
"I like the way you die, boy"
Un alemán acompañado de un esclavo negro, asesinando a sangre fría a bandidos norteamericanos. Uf. Está claro, el director que mató a Hitler está dispuesto a seguir abriendo heridas, tratando uno de los temas más oscuros, escabrosos y censurables de su propia patria. De ahí mi sopresa ante los vítores de la crítica generalizada. Supondré que han decidido tomarse en serio solo lo suficiente a Tarantino, pues no me atrevo a creer que hayan podido asumir "Django desencadenado" con tan buen talante sin tomársela como una broma.
Quentin Tarantino tiene un don: hacer lo que le da la gana, no respetar las reglas del cine, reinventar géneros... y hacerlo muy bien.
Una vez más, nos encontramos ante una de esas películas que superan las dos horas y media de duración. Sin embargo, en esta ocasión, el extenso metraje está más que justificado, trastocando el ritmo del film en muy poquitas excepciones. Este éxito se debe a una labor de dirección brillante y equilibrada, en la línea de tan Tarantino, lo que no nos salva de esos zooms vertiginosos, planos-secuencia y perspectivas alocadas propios del cineasta.
Robert Richardson, ese hombrecillo desconocido que bien merecía un monumento, está a cargo de la fotografía, en su habitual colaboración con este director. Nos regala imágenes alucinantes a lo largo de toda la cinta, sin entregar ni un solo plano a la mediocridad visual. Me encanta como utiliza todos los elementos a su alcance para transportarnos de un ambiente a otro, como en la mansión de Candie, en la que la tenue iluminación oscurece las pieles e iguala la raza de todos los allí presentes.
El guion se eleva como la historia más completa, lineal y regular de toda su filmografía, sin lagunas ni escenas esencialmente gratuitas. Esta adaptación sureña de la leyenda de Sigfrido y Brunilda es tan original como inteligente. Además, muchos agradecemos que Tarantino por fin se entregue a los brazos de ese género cinematográfico que lleva abrazando desde sus inicios en la industria: el spaghetti western. Repleta de influencias y homenajes, el cineasta exclama su amor a la obra de Sergio Leone y otros tantos directores a los que debe muchas garantías de éxito. La comodidad con la que se desenvuelve el director durante toda la película es altamente apreciable, pues todas las minuciosas piezas de esta producción, incluso las anacrónicas, están perfectamente encajadas.
Mezclando el spaghetti con su típico humor frívolo e incluso absurdo (la escena de las capuchas es para morirse de risa), los espléndidos y desternillantes diálogos característicos de su cine, la sangre brotando a borbotones, la violencia explícita al servicio de la venganza y la autosatisfacción, y la épica realista, obtenemos "Django desencadenado", una de las mejores genialidades de Quentin Tarantino.
Pero sin duda, en lo que más acertado y orgulloso puede sentirse el director a la hora de hablar de Django, es en la elección de su espectacular reparto. Jamie Foxx interpréta a un Django correcto, pero explosivo. Sin embargo, las actuaciones más memorables (y lo digo con todo el sentido de la palabra) las encontramos en los secundarios. Christoph Waltz, ese actor políglota que tan poco se ha dejado ver por la gran pantalla, está sencillamente magnífico. Tras ponerse en la piel del perverso coronel Hans Landa en "Malditos bastardos" y demostrar cómo convertirse en uno de los peores villanos del cine, en "Django" se transforma al bando de la bondad para dar una lección de cómo trabajar uno de los personajes más simpáticos y entrañables de la filmografía del director.
Leonardo DiCaprio vuelve a hacer gala de su encomiable talento, que una vez más ha sido radicalmente ignorado por la Academia en la próxima edición de los Oscars. Realiza una interpretación soberbia, inquietante, atractiva y estremecedora. No obstante, quien merece una mención especial es Samuel L. Jackson, en su papel de ese negro Steve convencido de la esclavitud natural de su propia raza. Perfectamente antipático, hasta la saciedad, el perfecto contrapunto para el resto del elenco.
Como ya es habitual para el cineasta, la banda sonora está a la altura o por encima del resto de la producción. Contando hasta con la participación de Ennio Morricone, qué otra cosa cabía esperar. Muy, muy disfrutable, sobre todo en las secuencias musicalmente más desconcertantes (pero estimulantemente descaradas).
Grosera, desmedida, provocadora y excesiva... Como el propio Tarantino en esencia pura, genial: así es "Django desencadenado".
Se la recomiendo a todo seguidor incondicional del director, pues sin duda se encontrará ante uno de sus mejores trabajos (yo la colocaría en el top 3). A todo aquel que desee disfrutar de un cine diferente, muy fresco, alejado las aburridas convenciones y tradiciones del resto de las producciones comerciales de la industria, y de unas interpretaciones inolvidables. Con unos diálogos inteligentes, una acción arrolladora, una violencia tan visual y estéticamente perfecta como liberadora, y un argumento gozable y provechoso a múltiples niveles... El amor, la amistad, el humor y la venganza te embaucarán y te atraparan durante toda la película hasta el éxtasis. Entretenida, divertida, profunda y sinvergüenza; todo el que busque una buena historia y un brillante ejercicio de cine, dará con ello en "Django desencadenado". Eso sí, quién odie irremediablemente a Tarantino, que ni se le ocurra acercarse por la sala.
CALIFICACIÓN: 9
Una decepción, no me esperaba un clásico pero sí una película más divertida. Apenas aparecen esos diálogos crujientes marca de la casa, y como siempre, qué pena que sus pelis estén tan vacías. ¿Cuándo encontrará messieur Tarantino algo para lo que tan bien sabe hacer: contar? Un saludo!
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