De "Fight Club" o "El club de la lucha" se pueden sacar muchas perlas que ya han pasado a la historia del cine. Unos jovencísimos Brad Pitt y Edward Norton en la piel de dos personajes tan enigmáticos como carismáticos, nos acompañan de la mano durante más de dos horas repletas de filosofía y nihilismo.
Si algo tiene "El club de la lucha" que la hace tan especial, a parte de la violencia explícita y el sorprendente desenlace, es su manera tan amena y entretenida de desenmarañar la filosofía de la cultura y la sociedad actual. Nos entrega el vacío, el hiperindividualismo, el hombre masa, el sueño americano, el narcisismo o el hedonismo (entre otras) ocultos entre metáforas visuales y memorables monólogos (¿hay alguien que haya visto la película que no conozca las reglas del Fight Club?).
Esa facilidad para trasladar la cruda realidad a imágenes y palabras con franqueza y claridad, e incluso con socarronería, picardía y sátira, del magnífico David Fincher, nos regala momentazos como el que os traigo a continuación. Resume contundentemente el alma y el sentido de la cinta, y quizá también resume ciertos aspectos de nuestras vidas. Sea como sea, da que pensar:
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