lunes, 30 de julio de 2012

Análisis de "I, Pet Goat II"


¿Os ha enganchado “I, Pet Goat II”? ¿Os faltan detalles por deducir? Entonces no os vayáis muy lejos, porque he elaborado mi propio análisis del vídeo (para el que he investigado un poco) con el fin de intentar resolver todas las incógnitas. O, como poco, ayudaos a comprender mejor la genial locura que acabáis de ver.

Como os comenté previamente, la magia de “I, Pet Goat II” habita en su simbolismo, en sus iconos y mensajes ocultos. Es como un puzzle en movimiento, un rompecabezas del que con seguridad cada uno extraerá su propia e identificativa interpretación. Aquí os traigo la mía, bastante imparcial y muy poco catastrofista. Paciencia, es bastante extensa.

Antes de nada quiero deciros que este vídeo ha sido numerosas veces eliminado de Youtube por los administradores y no creo que sea por su contenido sexual ni violento…  Es el poder de Drako. Si leéis esto, lo comprenderéis.

“I, Pet Goat II” (“Yo, la cabra mascota II) se inicia precisamente con la aparición de dicho animal. Una cabra asoma la cabeza desde su caja, en la que está encerrada. Ese instrumento de opresión está reforzado en el exterior con una alambrada (tan semejante a las cárceles de máxima seguridad…) que no parece tampoco muy amistosa. Un foco ilumina la presencia del pobre animal (que no parece ni mucho menos amenazador), señalando al protagonista indiscutible de la película: la cabra (Pet Goat). Por muy descabellado que suene, señoras y señores, esa cabra somos cada uno de nosotros.
En la caja de madera, bajo el animal, se puede apreciar el dibujo de un guardia de seguridad sujetando a un perro en actitud ofensiva. Otro elemento de represión. Además la cabra está señalizada, como cualquier pieza de ganado, solo que en esta ocasión es un código de barras con los números “666” lo que tiñe su piel. La marca es tan solo un símbolo de control  sobre nosotros y el 666 no hace referencia necesariamente a nada satánico, sino al mal en sí. La cabra, es decir, la humanidad, está oprimida, encarcelada y controlada, en favor de ciertas maldades.


"I, Pet Goat II": la animación que desconcertó a Internet


¡Hola a todos! ¿Qué hay?
Reanudo el blog momentáneamente para traeros un curioso contenido audiovisual que quiero compartir. Se trata de una animación que hace unos días llegó a la pantalla de mi ordenador y que tras su visionado acaparó mi atención durante el resto de la tarde.

Primero, quiero compartir con vosotros una anécdota. Un día, no importa ni cómo ni por qué, acabé discutiendo con una supuesta licenciada en Bellas Artes (en todo lo relacionado con lo audiovisual) sobre un vídeo que compartí con ella. El vídeo tenía un desarrollo narrativo muy peculiar y poseía una fuerza simbólica y metafórica aplastante, por lo que una sola vista era insuficiente para acabar de captar su mensaje. No obstante, la chica no se molestó en volver a reproducirlo y lanzó una crítica feroz e insustancial contra algo que ella nunca terminó de comprender. Solo vio una sucesión de imágenes “bonitas” (según sus palabras), pero vacías. No le gustó. Su justificación fue la siguiente: “Este vídeo es incomprensible… Y la finalidad del arte es que se entienda”, palabras textuales.  Esa afirmación acabó con mi esperanza en la humanidad, de veras. Me explico que una persona que no ha acudido a un museo en su vida, que no ha visto una obra de arte, ni ha ido al cine nunca, se atreva a soltar una burrada de tales magnitudes. Pero… ¿una estudiante de Bellas Artes? Qué digo, ¡licenciada! Así va el país. O el mundo, yo que sé. 
Según la regla de tres que me sugirió esta chica, ni Dalí, ni Picasso, ni Goya, ni muchísimos otros artistas (Buñuel, Warhol… me puedo pasar el día así) pueden considerarse como tal, ya que muchas de sus obras ofrecen miles de interpretaciones diferentes y otras son casi imposibles de entender. El arte no va de comprender, es sobre los sentimientos y las emociones, y eso debería tenerlo en cuenta hasta un niño de prescolar (y seguro que muchos lo saben).  Esta introducción viene a cuento con lo que os voy a poner, porque quiero que intentéis ser un poco más receptivos y recordéis que no todo en este mundo tiene que atravesar el tamiz de la lógica.

El cortometraje llamado “I, Pet Goat II” (traducción rápida: “Yo, cabra mascota”) es una interesante producción realizada por Heliofant, estudio de animación independiente que, según su página web oficial, tienen el objetivo de crear productos experimentales e innovadores explorando las bases mundiales de la filosofía y la espiritualidad (en lo lírico, en cuanto a argumento).
Estos datos son importantes, dado que la desinformación puede llevar a malinterpretar el vídeo, tal y como ya han hecho bastantes analistas. Siempre es necesario conocer las intenciones del creador para acercarse apropiadamente a su universo ficticio.

Antes de que os adentréis en la ligera paranoia visual del corto, os quiero advertir de sus principales características, por las que yo me he sentido tan atraídas. Es un vídeo raro. Pero raro, raro, de verdad. A simple vista, puede resultar una sucesión de imágenes oníricas y desconcertantes que no os gustarán. Sin embargo, lo llamativo reside en el simbolismo y la representatividad de todas sus figuras.
“I, Pet Goat II” rebosa simbología entre sus cuatro paredes. La historia, la trama se esconde tras su particular lenguaje narrativo. En cuanto a los lazos argumentales… Puedo adelantaros que no se refieren a nada satánico, conspirativo (estoy harta de la gente que relaciona todo con los Illuminati), ni tan apocalíptico como se cree. Es algo mucho más bello y positivo: el despertar de la mente humana.
Quizá suene muy esotérico o espiritual, pero después de os hayáis dejado atrapar por la animación y, sobre todo, haya accionado vuestra materia gris para que reflexionéis… No veréis el tema como algo cósmico o muy alejado de la realidad. De hecho, se enumeran diversas denuncias de algunos acontecimientos de la última década (hasta encontraréis personajes reconocibles…).

Yo a este vídeo lo veo como una dura crítica actual, respaldada por un mensaje activo y esperanzador, con el que no todo el mundo estará de acuerdo. De hecho, mi opinión al respecto todavía se está gestando.
Sin más, os dejo con “I, Pet Goat II”. No puedo pedíos que disfrutéis, pero sí que intentéis sacad el máximo partido a cada visionado (creedme, necesitaréis más de uno) para que consigáis entender el significado del vídeo en su totalidad.